Carlos Zúñiga Jara
(2002)
1. Presentación
El
problema que nos planteamos, explora en
los modos, las miradas y los enfoques de
la producción de conocimiento sobre elementos considerados “alternativos”[i]. Las preguntas generales
que abordamos se refieren a ¿Cómo observar las prácticas que se desarrollan en
los diferentes proyectos y programas vinculados a organizaciones de la sociedad
civil y transformarlas en conocimiento? y
¿cómo enfrentar esta búsqueda del conocimiento?
Este
texto no tiene otra pretensión que -a propósito de programas vinculados a redes
de plantas medicinales- bosquejar
o, más bien, balbucear algunos comentarios y conceptos
para abrir el debate. Presentamos una discusión que recoge elementos teóricos
de las ciencias sociales, para -desde ahí- sugerir algún itinerario posible.
La
historia de Latinoamérica es la historia de un proceso de destrucción, encubrimiento e invisibilización.
Demasiados elementos de la cultura indígena desaparecen bajo el peso de la
espada y la cruz. De igual modo, muchas manifestaciones culturales siguen un
itinerario de auto exilio interior, de máscaras y dobles significados. Desde el
siglo XVI se diseña lo que ahora llamamos América Latina bajo categoría
europeas, en un complejo proceso de instalación epidérmica, en un juego de máscaras
en que lo indígena usa caretas occidentales para sobrevivir. Las religiones
indígenas se visten de catolicismo exótico para evitar la destrucción. La situación del conocimiento no ha sido en
modo alguno ajeno a estos procesos. América se nombra en lengua extraña y los
saberes que se asocian a este proceso de nombrar serán el elemento fundamental
para la reproducción de lo “occidental”, de “lo americano”[ii], desde la ciencia. De
esta forma, la política, la economía, lo social, etc., corresponden a la versión
occidental de estas dimensiones o categorías.
Frente
a lo anterior, en un contexto que se
define por algunos como una dicotomía entre lo imaginario y lo profundo[iii] y, por otros, como híbrido[iv] nos planteamos el
problema de la definición inclusiva o excluyente de los marcos conceptuales
desde los cuales se produce el conocimiento.
Para
nuestro caso, los ejes que orientan esta
reflexión son de carácter metodológico y epistemológico, pero también políticos
y económicos para referirnos a la producción de conocimiento desde una mirada
crítica (fundamentalmente por la
implicancia ideológica de la ciencia),
pero que valora sus aportes, en tanto,
posibilidades de abordar el conocimiento.
A
continuación exponemos una serie de preguntas y respuestas tentativas, sobre
las implicancias de la producción de conocimiento acerca de plantas medicinales[v]. Lo que ya nos produce
dificultades, pues se trata de elementos que al enunciarlos nos remiten a
marcos conceptuales distintos, incluso a cosmovisiones diferentes.
Una
de las hipótesis que nos orienta es
el posible “formateo” que ha producido
la modernidad sobre nuestro proceso
cognitivo, es decir, que no sólo
determina el contenido (¿qué conocemos?), sino que básicamente nuestras miradas
(¿cómo conocemos?). Desde ahí se produce un sesgo, pues nos permite producir un
conocimiento que es funcional a la manera moderna de habitar y vivir en el
mundo. Las plantas medicinales constituyen aquí una excusa -una buena excusa- pues de las discusiones acerca de sus usos, pertinencias y contextos se vislumbran no sólo los elementos botánicos y médicos, sino que permiten establecer un debate acerca de nuestras maneras de pensar, ser, estar y actuar.
Artículo publicado en:
Pérez, Isolde (Compiladora) (2004). ¿Desde dónde hablan
los saberes locales? Sustentabilidad, conservación y conocimiento de la flora
medicinal del Cono Sur.
Revisar en:
[i] En términos muy
generales lo asociaremos con el ámbito de acción de las organizaciones de la sociedad civil, en particular con el
trabajo de las ONGs.
[ii] En una evaluación
compartida, cuando se habla de las falencias de las ciencias en América Latina,
es que
las teorías y/o categoría de análisis propuestas para las diferentes
disciplinas, por su origen europeo o norteamericano, resultan forzadas en su
aplicación en contextos latinoamericanos. Para el caso de las Ciencias Sociales
latinoamericanas, se advierte por una parte la falta de constancia en la producción
propia y, por otra, - al menos en Chile
- la falta de espacios institucionales para la reflexión y producción de
conocimientos. También se argumenta, para justificar estas limitaciones, las
particularidades de los fenómenos Latinoamericanos. Incluso dentro de los
propios espacios de América Latina, por lo que, por ejemplo, fenómenos argentinos no serían explicables
con categorías que si explican fenómenos sociales venezolanos.
[iii] Bonfil, Guillermo.
México Profundo. Una Civilización Negada. Secretaría de Educación
Pública y Centro de Estudios Superiores. México. 1987.
[iv] Sobre el concepto hibridez o hibridación señala “... abarca diversas mezclas interculturales -no
sólo raciales, a las que suele limitarse ‘mestizaje’- y porque permite incluir
las formas modernas de ‘hibridación’... mejor que ‘sincretismo’, fórmula
referida casi siempre a fusiones
religiosas o de movimientos simbólicos tradicionales...” En: García
Canclini, Néstor. Cultura Híbridas.
Estrategias para Entrar y Salir de la Modernidad. Editorial
Sudamericana. Buenos Aires.1995. Pág.
15.
[v] La reflexión surge
a partir de lo discutido en el seminario organizado por CET-SUR “Concepciones de Salud y Plantas
Medicinales en Latinoamérica”, desarrollado en Temuco los días 23 y 24 de
mayo del 2002.
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